Recuerdo cuando lancé mi primer proyecto digital. Tenía pasión, tenía ideas… pero no tenía visibilidad. Publicaba contenido, compartía enlaces, incluso invertía en anuncios, pero los resultados eran tibios. Mi web tardaba en cargar, no se adaptaba bien al móvil, y los anuncios parecían hablarle a todo el mundo menos a mi cliente ideal.

Un día, tras una conversación reveladora con un colega, decidí buscar ayuda. Lo que encontré fue más que una agencia: fue un equipo que entendía cómo conectar los puntos. Rediseñaron mi sitio desde cero, pensando en la experiencia del usuario, en la conversión, en el SEO técnico. Y mientras tanto, lanzaron campañas SEM que no solo generaban clics, sino clientes.

Lo que más me sorprendió fue la sinergia entre ambos servicios. El Diseño y mantenimiento web no era un proyecto aislado, sino el soporte perfecto para cada anuncio. Cada landing page estaba pensada para responder a una intención específica. Cada pixel tenía propósito.

Hoy, mi negocio no solo se ve bien: se encuentra, se entiende y se elige. Y todo empezó el día que decidí dejar de ser invisible.